30 jun 2011

Tiempo

Como decía mi madre “todo a su tiempo”, algo que nunca entendí ¿cómo saber de qué es tiempo?

Fue un viernes, agosto 7- si es que aun no me falla la memoria- te mire a los ojos y dijiste, con ese acento tuyo tan peculiar, “Noruega me helo el cuerpo, pero estar lejos de ti me ha helado el alma” entonces comprendí que era el momento, tomaste mis manos con las tuyas y nuestros labios danzaron juntos al son de una melodía que ni siquiera nosotros mismos conocíamos.

Llovía a cantaros, y la lluvia traía consigo pedazos de cielo en un momento se hizo indescifrable nuestra ubicación, no supe si estaba en cachos de cielo, en medio de la marea o simplemente en tu corazón, el lugar carecía de cuantía, la noche caía sobre nosotros y entonces el tiempo se detuvo, como diría mi ídolo existencialista de la época zarista “hay momentos en que el tiempo se detiene de repente para dar lugar a la eternidad.”

Y así fue, hubo una vez en el tiempo de mi tiempo donde no hubo tiempo.

O quizá fue que mi tiempo conjugado con el tuyo vencieron al tiempo del Sr. Tiempo.

Fue lo que fue, si el tiempo se detuvo para mostrarnos lo sublime de un segundo o si sometimos la garra del Sr. Tiempo, es algo que no sabremos como no sabremos tampoco los acordes de aquella canción que solo nuestros labios conocen.

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